“Pero el Señor dijo a Samuel: —No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.” 1 Samuel 16:7 NVI.
Si querían una candidata del pueblo, como un día el actual presidente Andrés Manuel López Obrador se definió, esa es Xóchitl Gálvez Ruiz.
Es de un pueblo del estado de Hidalgo; sus padres son de orígenes otomíes, hablantes de su lengua originaria; estudió en escuelas públicas desde el nivel preescolar hasta la Universidad.
En una entrevista, dijo que tenía que trabajar para costear sus estudios, lo cual hizo desde la secundaria hasta que terminó la Universidad en la Ciudad de México.
Lo que Xóchitl Gálvez hizo, lo han hecho millones de mexicanos, porque las oportunidades de crecer y desarrollarse personalmente se encuentran en el trabajo, el esfuerzo, la dedicación y el estudio.
Lamentablemente, el presidente AMLO se comportó como alguien que desconocía la pobreza y la falta de oportunidades para referirse a Xóchitl Gálvez, solo para descalificarla y difamarla, y no darle el crédito por sus logros personales.
Paradójicamente, pareciera que la candidata del pueblo, de la austeridad, de la pobreza, de la no corrupción, ahora es fifí; solo hay que leer su currículum.
Xóchitl Gálvez viene de abajo, de la cultura del esfuerzo, del trabajo duro, del crecimiento personal a base de disciplina y dedicación. Es del pueblo, de la pobreza; es la candidata inteligente que México necesita.
¡Dios nos ayude!