Por el Profr. Baltazar A. Velasco García.
Morena cerrera de cuerpo cenceño y alma cimarrona,
Costa Chica mía;
deja que mi estro tripulando ensueños
pase el Rubicón de hablar tu poesía.. “(Álvaro Carrillo)
Quien desee conocer la Costa Chica, esta alegre, cálida, misteriosa y ubérrima región, ubicada entre los límites de Guerrero y Oaxaca, sólo tiene que tomar la carretera costera que va de Acapulco a Huatulco. Al llegar a San Marcos, Gro. (Sanmarqueña de mi vida /Sanmarqueña de mi amor) encontrará un anuncio espectacular donde se lee: “Bienvenidos a la Costa Chica “. A partir de ahí, empieza esta amplia zona; una región que abarca playas, planicies costeras, sabanas, lomeríos y parte de la sierra.
Inmediatamente, el visitante se dará cuenta de la existencia de un elemento étnico característico en esta región: Los n3gr0s o académicamente llamados “afromexicanos”. Los segundos forasteros o extranjeros que llegaron, después de los españoles, a la región, y cuya presencia y mestizaje sirve para identificarla.
Si continúa usted por la carretera federal 200, pasará algunas poblaciones guerrerenses como Cruz Grande, Marquelia, Juchitán hasta llegar a Cuaji. Al entrar al estado de Oaxaca seguirá por Pinotepa Nacional, Huaxpaltepec, Jamiltepec, el Charquito, hasta llegar al caudaloso Río Verde. Ahí termina la Costa Chica, entidad cultural conformada por una fracción de Guerrero y otra de Oaxaca.
Estos límites, naturalmente, no son políticos ni administrativos. Son más bien convencionales. Por esta razón, varios de los pueblos ubicados al otro lado del Río Verde, actualmente se consideran parte de la Costa Chica.
No se sabe cuándo se le bautizó con ese nombre a nuestra región. Lo evidente es que, fue con la intención de distinguirla de otra zona que se encuentra hacia el poniente de Acapulco llamada Costa Grande.
En épocas coloniales la costa chica guerrerense estuvo ocupada, en gran parte, por la provincia de Ayacaxtla y la parte oaxaqueña, casi en su totalidad, por la provincia de Jicayán.
Fue hasta la guerra de independencia cuando empieza a mencionarse con más frecuencia el nombre de Costa Chica, gracias a las campañas militares que el generalísimo Morelos llevó a cabo por esta región.
Al igual que en la Huasteca, a esta zona se le identifica de acuerdo a la entidad federativa a la que pertenezca. En este caso, estaríamos hablando de una Costa Chica guerrerense y una Costa Chica oaxaqueña. La porción de Guerrero es más amplia, pues sobrepasa los 200 kilómetros de extensión, mientras que la de Oaxaca es inferior a los 100 kilómetros. De hecho, esta última, comprende el distrito de Jamiltepec y algunas comunidades asentadas en la ribera oriental del río verde.
Muchos investigadores nacionales y extranjeros, han querido ubicar a la Costa Chica en la planicie costera que localmente se conoce con el nombre de “bajos”; sin embargo, eso es erróneo, pues todos los pueblos de la franja costera situados entre las estribaciones de la Sierra Madre del Sur y dichos bajos, pertenecen a la Costa Chica. Tales son los casos de comunidades como Ayutla, San Luis Acatlán, Igualapa, Ometepec, Xochistlahuaca y otras más del estado de Guerrero. Mientras que en la parte oaxaqueña se pueden mencionar Cacahuatepec, Jicayán, Pinotepa de Don Luis, San Juan Colorado, Tetepec, Ixtayutla, etcétera.
La forma de hablar, las tradiciones, las costumbres, la música, la danza, la gastronomía y otras manifestaciones culturales son muy parecidas en casi todos los pueblos de esta región. Varían, en algunos casos, de acuerdo a la idiosincrasia de cada etnia.
Por ejemplo: “comerse” las eses al final de cada palabra es general en toda el área, aunque está más remarcado en los pueblos n3gr0s. El uso de términos provenientes del náhuatl, del mixteco, del español arcaico y algunos africanismos es común en pueblos indígenas, mestizos y n3gr0s. La creencia en los “tonos” o naguales, el culto a los muertos, el baile de la chilena, de la tortuga, y hasta la violencia es práctica generalizada en toda la región.
Esta homogeneidad, gracias al mestizaje de tres etnias que coexistieron en la Costa Chica (indios, españoles y n3gr0s), echa por tierra el argumento que esgrimen algunos antropólogos, sociólogos o etnomusicólogos al catalogar estos rasgos culturales como exclusivos de los pueblos de origen africano… Llegan a Cuaji, a San Nicolás, o a Collantes, y creen estar descubriendo un pueblo africano y en sus sesudos ensayos afirman que la cultura de aquel continente se ha conservado intacta en esta región.
Esa falacia la derrumba el investigador Gutierre Tibón cuando afirma: “En Collantes no hay macumba ni vudú. Yo creía que en todos los núcleos de población n3gr4 se conservaban ciertos ritos africanos: danzas ceremoniales que acompasa el tam tam, con crescendos de frenesí y gente que cae en estado cataléptico; o actos de magia negra en los que se degüellan gallos. Me hubiera gustado -¿Por qué no confesarlo?- conocer un zombi de la costa mixteca. PERO SI ALGO DE TRADICIÓN ANTIGUA SOBREVIVE EN COLLANTES, (y en todos los pueblos afrodescendientes de la Costa Chica) NO ES. AFRICANA, SINO INDOAMERICANA.”
La historia y la cultura de la Costa Chica -guerrerense y oaxaqueña- son el resultado, pues, de una mezcla de tres razas: la indígena, la española y la n3gr4. Es un mestizaje étnico y cultural que se inició en 1522 con la llegada de los españoles a la región y que se incrementó en 1550 con el arribo de los n3gr0s, utilizando principalmente el vientre materno indígena.
Fuera de los estereotipos que cada grupo étnico ha creado buscando su propia identidad: (a pesar de la supuesta discriminación racial hacia los n3gr0s y de la marcada diferenciación cultural hacia los indígenas) los habitantes de la Costa Chica (por ahí alguien se inventó el gentilicio de “costachiquense”, menospreciando el de “costeño” con que usualmente nos autonombramos) han convivido durante siglos con una fuerte interrelación en todas sus actividades.
NOTA: Mucho se ha cuestionado la no existencia de una Costa Chica Oaxaqueña. Pero esta ENTIDAD CULTURAL existe desde mucho antes de la erección del estado de Guerrero en 1849. Don José María Morelos y Pavón en su paso por Putla, Oax. por el año de 1812 ya hace mención de esta zona.
Al constituirse Guerrero en un estado más de la federación, crea su división política por regiones, nominándose una de ellas como Costa Chica. En cambio, cuando se creó la división política regional en Oaxaca, una gran extensión territorial pegada al mar toma el nombre genérico de COSTA, cuyos límites colindan con el Istmo. Pero integrada a esta región está incrustada la Costa Chica Oaxaqueña no como división administrativa o política, sino como una entidad étnico-cultural.