“Mirad que Dios os está dando una tierra excelente, llena de arroyos, fuentes y manantiales que brotan de los valles y las montañas.”
Deuteronomio 8:7 TLA

Contrario a lo que dice el presidente Andrés Manuel López Obrador, en la mente de Dios, no existe la pobreza. Dios es el dueño de todo y desea que a todos, sin excepción, nos vaya lo mejor en esta tierra; desea que seamos ricos y no pobres.

Los judíos son el pueblo de Dios y son las personas más ricas del mundo, con una inteligencia extraordinaria para generar riquezas. La historia antigua y actual dan prueba de que los más ricos son los judíos, los hermanos de Jesús.

Esto ha sido así porque los judíos han creído en Dios, es decir, en las promesas de que Dios desea que les vaya bien en todo lo que hagan, lo cual requiere trabajo, dedicación y disciplina.

En la Biblia, en Deuteronomio 8, Dios utiliza términos de riqueza y no de pobreza. Por ello, en la mente de Dios no hay vestigios de que a los seres humanos les vaya mal o que terminen en la pobreza. Todo lo contrario, nos quiere ricos económicamente.

En el capítulo 8 de Deuteronomio, los términos de riqueza que aparecen son tierra buena o excelente, saciedad y satisfacción, edificar, comodidad, multiplicación, abundancia, aumentado, producción, posesiones, acumulación, casas, oro, plata, vacas y ovejas.

Las promesas de Dios para nuestras vidas son que tendremos comida de sobra, casa propia, nuestras empresas crecerán al triple y nuestros ingresos económicos serán abundantes.

Dios no es malo, tampoco tiene problemas emocionales ni mentales. Él es el primero que desea que nos vaya bien y que utilicemos nuestra inteligencia y fuerza para hacer riquezas. Ha puesto todo a nuestra disposición; es cuestión de creerle y actuar.

“Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy su pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados.”
Deuteronomio 8:18 NVI

¡Ánimo!