“El traidor, Judas, había acordado con ellos una señal: «Sabrán a cuál arrestar cuando lo salude con un beso». Entonces Judas fue directamente a Jesús. —¡Saludos, Rabí! —exclamó y le dio el beso.” Mateo 26:48-49 NTV
Las traiciones son inherentes al ser humano, los que traicionan no son los enemigos sino los amigos, los que están cerca, los que saben quién eres.
Judas Iscariote traicionó a Jesús con un beso, un beso hipócrita; por lo regular los besos son de amistad, de cariño, de compañerismo, de enamoramiento y también de traiciones.
Judas Iscariote, el traidor, era uno de los discípulos más cercano a Jesús, según el relato bíblico, era un hombre de confianza, era el tesorero del grupo de los doce.
Judas Iscariote sabía todo de Jesús, conocía su vida, cuando existe confianza y amistad sincera se crean vínculos afectivos, de hecho, la amistad se considera un fuerte lazo entre dos personas, más que de hermanos de sangre.
Sin embargo, Judas Iscariote no era sincero, no era leal, era doble cara, hipócrita, avaro y ambicioso, pues vendió a Jesús por 30 monedas de plata, pero, aun así, era parte del grupo de los doce que anduvieron con Jesús.
Jesús sabía que Judas Iscariote lo iba a traicionar, era parte de la historia de la semana de la pasión y muerte, conocido como Semana Santa, le dolió, claro, los amigos no deberían de traicionar, deben ser leales.
Hoy Jueves Santo, se recuerda ese momento, cuando Jesús, cenó y le lavo los pies a los 12 discípulos, y luego vino la traición de Judas Iscariote.
En todo grupo, grande o pequeño siempre habrá un Judas, no podemos evitarlo, pero si podemos crear un ambiente de sabiduría y tranquilidad, como lo hizo Jesús, cuando suceda la tracción.
¡¡Ánimo!!