Por: Aleida Paredes
Hoy celebramos el poder de conexión, expresión e información que nos brindan las redes sociales. Herramientas tecnológicas que, bien utilizadas, pueden ser puentes de aprendizaje, conciencia social, diálogo intercultural y transformación comunitaria.
Como maestra, reconozco el potencial formativo de las redes: pueden motivar a nuestros estudiantes a investigar, a expresarse, a vincularse con causas nobles. Como comunicadora, valoro profundamente la libertad que estos espacios han ofrecido para compartir ideas, creencias, valores y denunciar injusticias que antes eran silenciadas.
Sin embargo, también debemos reconocer los peligros del mal uso: la desinformación, el odio viral, la adicción digital, la banalización del pensamiento. Hoy más que nunca, urge fomentar un uso ético, equilibrado y virtuoso de las redes: que promueva la verdad, el respeto, la libertad y la responsabilidad.
En México, nuevas iniciativas legislativas buscan regular el contenido digital, y aunque toda sociedad necesita normas, debemos estar alertas cuando esas normas amenazan la libertad de conciencia, creencia y expresión. La censura disfrazada de “control de desinformación” o “discursos de odio” puede abrir la puerta a un autoritarismo que empobrece el pensamiento crítico y silencia voces incómodas pero necesarias.
No permitamos que el miedo ni el poder callen lo que las redes han hecho posible: que todos podamos hablar.
Defendamos con sabiduría nuestras libertades, y enseñemos a usarlas con virtud.
Porque no se trata solo de tener voz, sino de usarla para el bien.