Por: Aleida Paredes
Hoy se conmemora el #DíaMundialDelAcogimientoFamiliar, una fecha que invita a reflexionar sobre la situación de miles de niños y adolescentes en México que carecen de un hogar seguro y amoroso donde crecer y desarrollarse plenamente.
Las cifras muestran realidades que no podemos ignorar: más de 2.3 millones de menores viven en situación de calle en México, muchos de ellos sin el cuidado de una familia que les brinde protección y afecto (Franco, 2024, Excélsior).
Aproximadamente 33,118 niños y adolescentes se encuentran bajo la protección de casas hogar, albergues y refugios en todo el país (CNDH, 2024). Cerca de 5 millones de menores están en riesgo de perder el cuidado de sus familias debido a factores como pobreza, violencia intrafamiliar y adicciones (www.aldeasinfantiles.org.mx).
Desafortunadamente en México la adopción es todo un desafío ya que el proceso de adopción es complejo, lento, burocrático, lleno de obstáculos; y varía según el estado, lo que puede generar incertidumbre y desánimo en las familias interesadas en adoptar.
A pesar de las dificultades, nadie puede negar el poder transformador de una familia, ofrecer un hogar a un menor no solo cambia su vida, sino también la de quienes lo acogen. El amor, la seguridad y el apoyo de una familia marcan una enorme diferencia en el desarrollo y bienestar de estos niños y adolescentes.
Actualmente en México miles de niños nacen en familias que sólo conocen la pobreza, la delincuencia, la violencia y las adicciones; son orillados, muchas veces forzados a usar armas y a delinquir para sobrevivir. Hoy más que nunca es vital que la sociedad civil actúe para evitar que todos esos niños se conviertan en su peor versión el día de mañana, no podemos esperar a que el Estado lo haga, pues hemos visto que su prioridad no es la seguridad, ni la justicia, mucho menos las familias.
Los que sabemos el valor de una familia, los que hemos sido afortunados por tener padres amorosos, protectores y provisores, somos llamados a dejar la indiferencia y la apatía; a abrir nuestros corazones y considerar la posibilidad de brindar ayuda a quienes más lo necesitan; o de apoyar contundentemente a aquellas instituciones y organizaciones que valerosamente acogen y promueven la adopción. Cada niño merece crecer en un entorno lleno de amor, seguridad y oportunidades.